La revolución sexual hace referencia al cambio ocurrido durante la segunda mitad del siglo XX en numerosos países del mundo occidental desafiando los códigos tradicionales en lo relativo a la concepción de la moral sexual, el comportamiento sexual humano, y las relaciones sexuales. La liberación sexual tuvo su inicio en la década de 1950, su máximo desarrollo entre 1960 y 1980 aunque sus consecuencias y extensión siguen vigentes y en pleno desarrollo en muchos aspectos; se identifica con la igualdad entre los sexos, el feminismo, los métodos anti conceptivos así como la contestación social y política. Muchos de los cambios revolucionarios en las normas sexuales de este período se han convertido en normas aceptadas, legítimas y legales en el comportamiento sexual.
La liberación sexual supuso la reivindicación y recuperación plena del cuerpo humano y su desnudez, de la sexualidad como parte integral de la condición humana individual y social cuestionando el papel tradicional de la mujer y por tanto del hombre y de la institución por excelencia, el matrimonio.
La revolución sexual ha propiciado la generalización de todo tipo de relaciones sexuales y la aceptación general de las relaciones sexuales prematrimoniales, el reconocimiento y normalización de la homosexualidad y otras formas de sexualidad. Como consecuencia, derivada de la revolución sexual y las condiciones socioeconómicas se ha producido: aumento de las parejas de hecho (uniones sin matrimonio), retraso en la edad de contraer matrimonio, aparición de hijos fuera del matrimonio, uniones civiles y matrimonio entre personas del mismo sexo, así como la aparición de nuevos tipos de familias (familias monoparentales y familias homoparentales).
La liberación sexual ha sido posible y ha ido acompañado de la difusión y uso generalizado de métodos anticonceptivos así como de la legalización, en numerosos países, de plazos para la práctica del aborto a petición libre de la mujer.
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